“LEYENDAS DE LA MENTE HUMANA”

“LEYENDAS DE LA MENTE HUMANA
Cualquier parecido con,
Personas Lugares o cosas son pura coincidencia.
Solamente son Leyendas de la mente humana.
HOJA, Nº 28 
Durante algún tiempo me era difícil saber si las cosas que yo pensaba eran mías o transmisiones de otra dimensión, me parecía complicado adaptarme a aquella nueva situación del doble pensamiento, muy difícil asimilar aquella nueva situación, una circunstancia desconocida y misteriosa, no obstante me dispuse a encontrar e Inés tal como me había recomendado la voz psicotónica de Ernesto.
Busque entre los papeles y la agenda de Ernesto y encontré el teléfono de Inés, la llame dándome a conocer y explicando que era un antiguo amigo de Ernesto, que mi nombre era Rufino y que tenia necesidad de verla, ella no me conocía, pero tenia conocimiento de mi nombre porque Ernesto en alguna ocasión le había hablado de mi, dudó unos instantes y al final acepto encontrarnos concertando el día y la hora de vernos, quedando en la localidad donde vivía ella y también Ernesto, quedando en la estación. Cuando llegue ella estaba sentada en uno de los bancos del andén, me presente, diciéndome ella que mi cara le resultaba familiar y que podría ser que en alguna ocasión nos hubiéramos visto ya que yo visitaba en muchas ocasiones a Ernesto.
Entramos en la cantina de la estación y mientras nos tomamos un café le explique un poco la circunstancia mental que me encontraba y también el motivo que me traía a entrevistarme con ella contándole, que un impulso desconocido me indujo a visitar el lugar del accidente de Ernesto, también le conté las vibraciones que recibí, junto con la percepción de su voz pidiéndome que la buscara.
Fue por esta razón que le pedí ir a su casa, Inés estuvo unos instantes pensando, miro el reloj, me miro a los ojos, observo a la gente y tocándome la mano dijo,- Vamos.-
Llegamos a su casa, me invito a sentarme en un cómodo sillón, mientras me ofrecía una bebida, delante había una mesita de centro donde me sirvió una cerveza, se sentó a mi lado preguntándome de que se trataba el mensaje que había recibido, le dije que no lo sabia, simplemente que Ernesto, solo me dijo que me entrevistara con ella.
La miraba a los ojos y no entiendo porque razón empecé a mirar su escote, seguí bajando la mirada hacia sus rodillas, su falda lucia por encima de ellas, Inés me miro diciéndome que ella siempre iba con falda porque a Ernesto le gustaba así, al tiempo que se la levantaba ensañándome las piernas, no entendía nada, ¿la mente de Ernesto jugaba con nosotros? Inés me miraba con los ojos llorosos y una mirada perdida como si estuviera hipnotizada yo la miraba sorprendido y sin darme cuenta me estaba abrazando, me besaba una y otra vez mientras susurraba, Ernesto, Ernesto, Ernesto, yo seguía acariciando sus piernas.
Abrí los ojos y la luz potente de la mañana me los hizo cerrar de nuevo, volví a abrirlos lentamente, estaba en la cama desnudo junto a Inés, también desnuda, que había pasado, ella me miro y poniéndose las manos en la cara decía,-Ernesto nos ha utilizado, nos ha utilizado.
                                                                                       Andrés Coll Blas
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