“LEYENDAS DE LA MENTE HUMANA”

“LEYENDAS DE LA MENTE HUMANA
Cualquier parecido con personas
Lugares o cosas, son pura coincidencia.
Son solamente,
Leyendas de la mente humana.
HOJA, Nº 25
Decía yo en muchas ocasiones que Ernesto era un ser excepcional, un ser que domino los secretos del cerebro, que a no ser por el accidente mortal los hallazgos hubieran sido reveladores en el comportamiento de nuestro sistema mental, sin ser científico ni tener laboratorios sofisticados logro andar por los intrincados hilos que dominan los pensamientos.
Cuando hablamos de esta masa encefálica que domina y controla nuestro pensamiento nos preguntamos siempre, ¿porque hay personas que les gusta el color amarillo y el negro no, pero sin embargo a otros el negro les fascina?
Ernesto, en sus pensamientos de hace muchos años en Madrid, cuando visitaba a su madre que permanecía enferma en una clínica mental, en ocasiones ella le comentaba que se había dado cuenta que estaba sola y se dio cuenta que estaba sola, cuando mirándole a él no le conocía y se preguntaba, ¿Quien es este hombre? También, cuando estando con gente le era indiferente y no escuchaba lo que decían, cuando estando con los personajes de su mente era feliz y sus personajes no le preguntaban, ya que estos seres imaginarios eran felices con ella, reían cuando ella reía y lloraban cuando ella lloraba.
Engracia, (que es como se llamaba su madre), en tiempos pasados fue una buena  escritora por esto en sus últimos días en los vericuetos de su dañado cerebro vivió encerrada con sus personajes, por esto Ernesto, aprendió a entrar en este mundo invisible de su madre, intentando conocer a los personajes que convivían con su madre en esta imaginada historia, ella no le conocía por ser su hijo, le conocía por el hombre que le preguntaba por sus personajes, que hacían, que pensaban, donde estaban, entonces ella era feliz contándoselo.
Había pasado un año y algunos meses y Ernesto seguía en mi mente repasando sus escritos parecía como si estuviéramos haciéndolo juntos, tanto es así que a veces venían a mi mente respuestas que yo no había formulado, en una ocasión que yo estaba solo sentado en unas rocas con vistas al mar, pensando y escribiendo cuando fluyo en mi mente un idea, ignorando como siempre si fue mía o impuesta por este misterioso trasvase de pensamientos que flotan por el espacio infinito fue una ocurrencia espontánea, pensé que seria interesante visitar el lugar donde Ernesto y su hijo tuvieron el fatal accidente.
Bueno, si la vida y la salud me lo permiten, continuare contando cosas.
                                                                                             Andrés Coll Blas

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