“LEYENDAS DE LA MENTE HUMANA”

“LEYENDAS DE LA MENTE HUMANA
Cualquier parecido con personas
Lugares o cosas, son pura coincidencia.
Son solamente,
Leyendas de la mente humana.
HOJA, Nº 16
También practicábamos mucho el ciclismo alquilando las bicicletas en establecimientos que se dedicaban a ello, así de esta manera era como aprendíamos los jóvenes a ir en bicicleta, una cosa que también se prodigaba mucho era el hacer equipos de fútbol de barriada, lo que pasaba es que esto era un poco más complicado por los tramites legales, los equipos de fútbol competíamos entre los barrios, yo participe en dos equipos en los que hacia de portero.
Además del fútbol tenia otros “amígueles” más grandes que yo que eran muy aficionados a los toros, muchas de las veces que yo no iba a la escuela marchaba a montjuïch para ver como se entrenaban los aficionados, allí había una escuela taurina que se llamaba “cuchares” en honor al famoso torero llamado Francisco Guillen apodado “cuchares” que había nacido en Madrid el año 1.818, en algunas ocasiones intente torear al caballito con una cabeza de toro, pero no me dejaban mucho ya que yo era bajito, a mí me utilizaban para investir con el carrito, todos los que aprendían en la escuela los domingos se tiraban al ruedo como espontáneos que en aquellos tiempos se prodigaba mucho.
Otra de las actividades frecuentes de aquellos tiempos eran las luchas de cometas desde los terrados, en los terrados de las casas se hacían muchas reuniones con los amigos y amigas, en este lugar, además de tender la ropa, se hacían muchas actividades, se jugaba a cromos, se explicaban aventuras, se jugaba a “papas y mamas” también estudiábamos lecciones, aun que estas eran las menos, cuando se juntaban en el grupo algunas chicas casi siempre terminábamos jugando con lo que hacían los papas y las mamas, siempre salía el “espabilado” que decía mis padres hacen esto o aquello, entonces empezaban los tocamientos y los besos, aquellos tímidos e inocentes besos, llenos de picardía.
En los legados de Ernesto encontré una carta dirigida, creo yo a nadie, se trataba de un sueño pero un sueño muy especial resulta que en el sueño Ernesto se moría.

Bueno, si la vida y la salud me lo permiten yo continuare escribiendo.
                                                                                             Andrés Coll Blas

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