“LEYENDAS DE LA MENTE HUMANA”

“LEYENDAS DE LA MENTE HUMANA
Cualquier parecido con personas
Lugares o cosas, son pura coincidencia.
Son solamente,
Leyendas de la mente humana.
HOJA, Nº 7
Salvo algunas excepciones, siempre llega un momento en el que la relación entre dos personas se rompe, este dijéramos fracaso, en la mayoría de veces no tiene marcha atrás y las relaciones no son lo cordiales y comprensivas que tendrían que ser o que fueron en tiempos pasados, pero sea quien sea el culpable del distanciamiento hay una fuerte necesidad de descargar esta presión emocional contando o confesando sus problemas a una tercera persona, porque no es bueno guardar un sufrimiento como un gran secreto personal que siempre deteriora nuestro animo, produciendo un estado depresivo que en estas circunstancias es muy fácil perder la autoestima, por lo tanto, hay que intentar, no culparse de lo que haya podido suceder o provocar la ruptura.
Nesto en muchas ocasiones me contaba, la veces que se había planteado la separación con su esposa, porque, cuando en la mayoría de ocasiones él sentía la necesidad de amar y ser amado con aquella estimulación de las caricias y el suave contacto de la mano con la carne, sentía la transmisión de aquel tabú de su mujer, de que estaba haciendo algo malo.
A lo largo de su vida matrimonial, su mujer nunca le había dicho,- Te quiero, ella nunca tuvo la delicadeza de una caricia, de una motivación que diera inicio al amor compartido, cuando Nesto en muchas ocasiones, la acariciaba los pechos o las piernas motivado por el deseo del amor, ella le apartaba bruscamente, diciendo la frase de siempre “Déjame, que pareces un pulpo” , “Siempre estas pensando en lo mismo”, así en estas circunstancias no se podía ser feliz, por lo menos, sexualmente hablando.
Su esposa Carlota, las relaciones matrimoniales solo las toleraba en la cama, por la noche y con la luz apagada, Nesto, jamás había visto a su mujer desnuda.
Es curioso decirlo, pero cuando Nesto me contaba estas cosas íntimas terminaba con lágrimas en los ojos, aun que a pesar de estas carencias amorosas en sus relaciones matrimoniales, nunca recurrió a los servicios de mujeres prostitutas, siempre terminaba con las fantasías mentales de la masturbación.
Me contó, que en solo una ocasión en su vida, de noche en la cama, la forzó, obligándola a hacer el amor, culminando de esta manera su apetencia sexual, costándole aquella acción, mucho tiempo de indiferencia y mutismo.
Si la vida me lo permite, continuare escribiendo.
                                                                          Andrés Coll Blas

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